Everardo Vallejo, el barbero que hizo de su oficio una pasión

por Edward Amaya M

Su velación se realizará en Funerales Los Olivos, sede Cádiz, a partir de la una de la tarde y sus exequias serán este miércoles 19 de abril a las 3 de la tarde en la Catedral, a pocos pasos del negocio que durante casi seis décadas mantuvo con disciplina casi militar.

Don abelardo

Pocas personas logran mantener un negocio por más de 60 años y menos con el prestigio intacto. Everardo Vallejo fue uno de ellos. Lo consiguió gracias a la pasión que mantuvo desde el primer día que tomó en sus manos unas tijeras y a las que convirtió en sus mejores aliadas. La disciplina fue uno de las normas de conducta de Vallejo. Así lo demostró en su paso por el ejército donde sus superiores lo llenaron de responsabilidades precisamente debido al estricto cumplimiento de sus deberes. Su paso por el ejército ejemplifica la vida de este hombre, quien a pesar de haber nacido en Santuario, Risaralda, aprendió a amar como el que más a Ibagué y al Tolima.

Nació un 18 de mayo de 1940 en una familia humilde y con una extensa cantidad de hermanos, lo que hacía más difícil el día a día. A Ibagué llegó de visita sin imaginarse que esta sería la tierra que adoptaría como suya.

A penas comenzaba la década del 70 cuando el propietario de la barbería Europa ubicada en el mismo sitio que hoy ocupa, es decir, la calzada principal de la calle 10 enseguida de la Curia Arzobispal, le ofreció en venta el negocio. Vallejo pensó que era una locura. De dónde iba a sacar los 25 mil pesos que el dueño estaba pidiendo. Sin embargo, decidido como era, aceptó el reto y adquirió la deuda que terminó pagando más rápido de lo pensado. Desde ese día y hasta un mes antes de su fallecimiento ocurrido este lunes 17 de abril, jamás faltó a su cita con su negocio. Era el primero en llegar y el último en salir.

Por su barbería pasaron poetas, políticos, periodistas, abogados, ingenieros, desempleados, funcionarios públicos, sacerdotes, en fin, gran parte de la sociedad ibaguereña. Fue amigo de varios de los arzobispos de Ibagué, pero en su memoria siempre estaba monseñor José Joaquín Flórez, con quien tuvo la más estrecha amistad y la confianza para hablar de asuntos espirituales y terrenales.

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El tinto diario

Lo único que sacaba de su negocio a Vallejo era el ofrecimiento de un tinto y la promesa de una buena conversación. Hablaba de todo con la sabiduría que dan los años. La política era uno de sus temas favoritos. Le preocupaba el rumbo que está tomando la sociedad y la ausencia y distorsión de los valores. Porque era un hombre de familia. Se sentía orgulloso por haber logrado sacar adelante a sus cinco hijos, todos profesionales y con el producto de la barbera. De su unión con Blanca Franco Villamil, con quien estuvo casado durante 56 años, quedan Wilson, abogado de profesión; Guillermo, economista y actual subdirector de Cortolima; Walter, ingeniero industrial; Daniel, profesional en mercadeo, especializado en gerencia de talento humano y Martha, arquitecta. Sus nietos también eran los amores de la vida.

El barbero más antiguo de Ibagué murió a los 82 años luego de que sorpresivamente su salud empezó a desmejorar hace un mes. Su velación se realizará en Funerales Los Olivos, sede Cádiz, a partir de la una de la tarde y sus exequias serán este miércoles 19 de abril a las 3 de la tarde en la Catedral, a pocos pasos del negocio que durante casi seis décadas mantuvo con disciplina casi militar. Queda vacía la silla que ocupaba en la barbería y la del café de las 9 de la mañana que de manera religiosa tomamos durante varios años, en los que aprendimos que los amigos son hermanos que elegimos. Adiós al amigo. Adiós al hermano mayor.