La parábola de Betania

por Ondas de Ibagué

La reciente apertura de las compuertas de la represa de Betania ha dejado mucho más que las graves afectaciones que se pueden constatar en varios municipios del Tolima como Coello, Ambalema y Honda. Ha dejado una enorme preocupación sobre la efectividad de la comunicación entre Emgesa y las alcaldías municipales. Explicaciones aparte, hay un hecho concreto: la información no fluyó de forma correcta y este cortocircuito puso en peligro la vida de miles de paisanos que me han expresado, personalmente, su indignación y frustración frente a lo sucedido.

Alrededor de este episodio, varias reflexiones. Por un lado, aplaudo a los comités municipales de riesgo que con su veloz reacción lograron proteger la vida de la gente. Al tiempo, insisto en la importancia de que la gestión de riesgos para la planeación de los municipios de Colombia, además de capacidad de reacción requerimos acciones concretas de prevención. Y claro, al igual que todos los tolimenses, pido prioridad para la atención de las personas afectadas y para la pronta reubicación de quienes habitan en zonas de alto riesgo: no hay justificación para que los proyectos del Fondo de Adaptación se demoren tanto en avanzar ¡No hay derecho! Sin embargo, hoy mi análisis va más allá: dando por descontadas las investigaciones que tienen que derivarse de lo sucedido… ¿Cómo pudo pasar lo que pasó?

Y mi respuesta es que la indiferencia por las personas, la falta de conocimiento técnico y la ausencia de planeación son tres formas gravísimas de corrupción en las que pueden incurrir las instituciones, voluntaria o involuntariamente. No podemos juzgar las intenciones, porque como dicen por ahí “de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno”. Solo podemos juzgar los hechos concretos: la cadena de comunicación entre Emgesa y las alcaldías fracasó estrepitosamente y eso tiene a muchos tolimenses con el agua al cuello. Igual en empresas privadas que en entidades gubernamentales, cuando se obra sin rigor técnico, cuando no hay planeación o cuando se hace evidente el desinterés por la vida del prójimo es evidente que hay que cambiar algo con urgencia.

En el caso específico de Emgesa, la empresa recibió un enorme voto de confianza de la sociedad pues una hidroeléctrica no se pone en manos de principiantes ni aficionados. De quienes tienen a cargo la represa de Betania se espera que tengan un papel muy activo en la prevención de tragedias.

Hago esta reflexión para evitar que el tema pase de agache. Pero la hago además porque estoy seguro de que todas las personas tenemos algo muy importante que aprender de la que denomino, en términos bíblicos, la parábola de Betania: en cualquier circunstancia de la vida quienes están río arriba deben pensar en quienes están río abajo y actuar en consecuencia. No hacerlo no es solo ser mala persona, es ser un peligro para la sociedad. Pensar en los demás no es una opción, es un deber ciudadano esencial: en nuestras vidas a veces estamos río arriba, pero también, a veces, estamos río abajo.